Algunos padres y
madres hacen pública su frustración cuando sus hijos no quieren estudiar y la
expresan con frases como estas: “Le digo que se ponga a estudiar y no quiere”,
“No quiere venir al instituto”, “Es que no le gusta estudiar”, “No le quiero
exigir, la vida está muy mala…”, etc. Inmediatamente realizan la pregunta del
millón: “¿Qué podemos hacer?” Desde nuestro punto de vista, es fundamental que
cada familia y la sociedad en general reflexionemos sobre lo que se les debe
pedir a los adolescentes y jóvenes cuando están en edad escolar. ¿Estamos
pidiendo demasiado a los jóvenes o los estamos sobreprotegiendo en exceso? La
respuesta a esta pregunta se puede realizar desde la particularidad de cada
familia, aunque también podemos hacerlo desde un punto de vista general. En el
instituto nos preocupa cada vez más la actitud que muchos chicos y chicas
tienen de rechazo al trabajo diario no asumiendo las responsabilidades
derivadas de su condición de estudiantes.
Si echamos un vistazo
atrás estaremos de acuerdo que en generaciones anteriores la adolescencia
finalizaba rápidamente, para muchos a los 12 ó 14 años o antes, edad en la que
comenzaban su trayectoria laboral. Ahora la adolescencia, como etapa en la que
el individuo no ha asumido responsabilidades como un adulto, se extiende algo
más allá de la treintena. ¿Qué debemos exigirles a los jóvenes que hagan
durante este tiempo de transición hacia la vida adulta? La sociedad tiene
establecido ese tiempo como un periodo de formación para que nuestros jóvenes
se preparen para desempeñar una profesión, para ser buenos ciudadanos y para
tener cultura. Desde nuestro punto de vista, exigir esto a nuestros jóvenes no
solamente es bueno sino que es lo mejor que podemos hacer por ellos. Si no se
hace así, corremos el riesgo de que desperdicien esa oportunidad y, tal vez, no
encuentren otra en el futuro. Por consiguiente, lo mejor que los padres y
madres pueden hacer por sus hijos e hijas en edad escolar es exigirles que se
esfuercen en el estudio y que consigan la mayor preparación posible.
Es
verdad que en la sociedad en la que vivimos se produce un fenómeno
contradictorio respecto a la valoración del esfuerzo. Nos bombardean
continuamente con publicidad que valora la facilidad para consumir y para
obtener más productos, desde comprar un coche, sacarse el graduado, ganar
dinero, aprender inglés, etc., todo se puede conseguir fácilmente.
Desde la óptica de la sociedad de consumo, el
conseguir las cosas con esfuerzo es algo reservado para los tontos que no saben
aprovechar las facilidades que el mercado les proporciona. Estos ejemplos
perjudican una valoración social positiva del trabajo y del esfuerzo, aunque en
el mundo real sepamos que tanta facilidad es un espejismo falso. Los padres y
madres conocen el esfuerzo que cuesta salir adelante día tras día y el valor
que el trabajo y la preparación tienen para tener una vida mejor.
El esfuerzo no es un
“don” con el que se nace sino que es un valor o una actitud que se aprende. Y
este aprendizaje se realiza fundamentalmente –aunque no solo- en el ámbito
familiar y desde que se nace. Por ello, pensamos que nuestros adolescentes y
jóvenes tienen que aprender el valor del esfuerzo desde pequeñitos exigiendo de
ellos responsabilidades y obligaciones en función de su edad. Vamos a tratar de
profundizar sobre el esfuerzo en un intento de que nos sirva para obtener
medidas que nos ayuden para la educación de los hijos e hijas.
Esfuerzo: voluntad y
motivación
Para
profundizar en el esfuerzo tenemos que analizar los conceptos de voluntad y de
motivación. La voluntad se define como la intención o el ánimo de hacer algo
por uno mismo, sin impulso externo que obligue a ello. Y la motivación como el
motivo o la causa para realizar una acción. En torno a la voluntad podemos
señalar una constelación de cualidades o hábitos que bien desarrollados
contribuyen a su desarrollo y fortaleza. Estos seis se consideran claves:
Hábitos para el trabajo escolar:
entrenamiento y automatización de los procedimientos imprescindibles para
abordar los aprendizajes escolares.
- Responsabilidad para
asumir sus obligaciones y el resultado de sus acciones.
- Disciplina para
cumplir con las normas establecidas por la familia y por la colectividad.
- Respeto a
la autoridad de padres y de profesores así como aprender a tolerar la
frustración.
- Exigencia consigo
mismo para hacer las tareas bien, tener sentido del deber y
aprender a planificarse para afrontar los retos y desafíos importantes.
- Dominio de sí mismo,
control del mal humor, de la impaciencia, de los impulsos; aprender a ser
constante y a saber esperar para obtener una recompensa a largo plazo.
AUTORIDAD Y OBEDIENCIA, CADA
COSA EN SU SITIO.
En ocasiones, algunos
estudiantes se muestran ofendidos ante el profesorado y le espetan: “Pero tú
quién eres para mandarme a mí”, y a veces prosiguen diciendo “A mí no me mandan
ni mis padres…”. En estas situaciones llegamos a un momento de colapso
educativo. ¿Qué se puede hacer después de esto? ¿Quién y cómo le puede hacer
comprender a este chico o chica que está equivocado?
Esta situación es reflejo de la falta de autoridad
que existe en algunas familias en las que no se sabe quién “manda”. Cuando eso
ocurre mandan los niños y, no habría nada que objetar, si tuviésemos claro que
ellos y ellas tienen la madurez suficiente para tomar “buenas decisiones” y
para actuar de forma conveniente. Lo que sabemos es que no siempre es así, más
aún, la mayoría no tienen aún como referente de sus actos lo que deben hacer
sino lo que desean hacer. Por consiguiente, hay que tener claro que quiénes
mandan en la familia deben ser los padres y en la escuela el profesorado. Y
esto las personas adultas deberíamos explicárselo muy bien a nuestros
adolescentes y jóvenes. Sin aceptar la autoridad educativa del profesorado o de
los padres será muy difícil que los niños, niñas y adolescentes aprendan
conocimientos y sean personas educadas. Aunque sin confundir autoridad con
autoritarismo ni obediencia con sumisión. Cada cosa en su sitio.Fuente:entrepasillosyaulas.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario